miércoles, 1 de julio de 2009

PATATAS A LO POBRE

En el verano del año 1954 mi hermano Martín y yo estuvimos trabajando en una fábrica de hacer tejas y ladrillos de barro. El jornal que yo cobraba era de 17 pesetas en una jornada de 8 horas; mi hermano cobraba 25 pesetas. El trabajo era bastante fuerte. El barro lo hacíamos a mano dentro de unas balsas. A continuación se trasnportaba en carretillas a una pista en donde se elaboraban el ladrillo y las tejas. El motivo de estar los dos trabajando en el mismo lugar era porque mi madre y mi hermana se marcharon a trabajar a tierras manchegas, a segar trigos y cebadas. También padecieron lo suyo en los cuarenta y cinco días que estuvieron en estos trabajos.
Durante todo ese tiempo nuestra abuela materna se encargaba de hacernos la comida y las tareas de la casa. Recuerdo que una noche le gastamos una broma a la abuela. Ella había preparado un buen plato de patatas fritas a lo pobre para cenar y un plato de pescados fritos como segundo. Cuando llegamos de trabajar, nos aseamos y nos sentamos a la mesa. La abuela nos dijo: "Empezar que voy a sacar el plato de pescado". En ese momento me dice mi hermano: "Trae rápidamente un plato limpio y vacío, que lo vamos a cambiar por el de las patatas fritas". En hacer esto no tardamos ni dos minutos. Cuando salió nuestra abuela con el plato de pescado, mi hermano y yo estábamos pasando un trozo de pan por el plato limpio, dando la sensación de que las patatas nos las habíamos comido en tan corto espacio de tiempo. Cuando ella vió el plato vacío se echó las manos a la cabeza y empezó a decir. "¡Díos mío, qué animales, os vais a poner malos y vuestra madre no está aquí!". Como no tenía ni un solo diente ni muela en su boca, las palabras le salían con mucha más dificultad que de costumbre. Menos mal que la cosa volvió a su normalidad cuando vió reaparecer el plato con las patatas fritas a lo pobre.

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LLegado a la jubilación, diviso mi vida como desde una atalaya: alegrías, miserias, trabajos, familia, amistades... Es como una película, la película de mi vida. Yo he tratado de presentar algunas cosillas en este sencillo blog. Es además, en cierta medida, el reflejo de lo que ha sido la vida de nuestra generación: carencias, sudor, lágrimas, y, también, algunos momentos agradables.

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