viernes, 3 de julio de 2009

MI ENTRADA EN QUINTAS

Soy de la quinta del 59. Cuando me midieron, la talla que di fue de 1.615 milímetros. Pero no fui a la mili porque era hijo de viuda. Mi hermano Martín tampoco fue por el mismo motivo. Para que esto sucediera, mi hermano el mayor se tuvo que casar antes de que Martín entrase en quintas. Esto mismo tuvo que hacer Martín, casarse antes de que yo entrase en quintas. Este procedimiento tenía un montón de inconvenientes. Hay que estar cuatro años llenando expedientes, con el peligro de que, si, por casualidad o mala suerte, durante ese tiempo fallece nuestra madre, tienes que incorporarte a filas. Ha habido casos de que, a punto de librarse, se han tenido que incorporar con un retraso de hasta cuatro años, siendo más viejos que sus compañeros de quinta.
El no ir yo a la mili me vino de maravilla, porque es la edad en que una persona está aprendiendo una profesión, y, si la haces, te parten por medio.Muchos dicen que en la mili se hacen más hombres. En mi caso particular, creo que, con los siete años que estuve trabajando fuera de mi casa, no me hizo falta vestirme de caqui. No sé si en mi niñez fui un poco cobarde, o es que tenía más conocimiento del que en realidad me pertenecía por edad. Puede que influyeran los consejos, los consejos que mi madre desde siempre me daba. Ella me decía que nunca me pelease, que, si quería una cosa y no la tenía, que me aguantase. Reconozco que en más de una ocasión tuve motivos para pelearme, pero en aquellos momentos me acordaba de mi madre. Me habré peleado, como mucho, tres o cuatro veces. En unas salía ganando y en otras perdiendo. Siempre se me ha dado mejor el diálogo, discutirlo lo más pacíficamente posible. Aunque a veces hay que sacar la mala leche que uno pueda tener.

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LLegado a la jubilación, diviso mi vida como desde una atalaya: alegrías, miserias, trabajos, familia, amistades... Es como una película, la película de mi vida. Yo he tratado de presentar algunas cosillas en este sencillo blog. Es además, en cierta medida, el reflejo de lo que ha sido la vida de nuestra generación: carencias, sudor, lágrimas, y, también, algunos momentos agradables.

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