martes, 30 de junio de 2009

AL FUTBOL GRATIS ... Y OTRA VEZ AL CINE GRATIS


En los años 52/53 había en Yecla un buen equipo de fútbol que militaba en primera categoría regional. ¿Sabéis qué hacíamos mi hermano Martín y yo para entrar al fútbol gratis? Cuando había fútbol, a la salida del partido recogíam0s las entradas que los porteros habían tomado a los que entraban a ver dicho partido. Los porteros lo más que hacían era romper las entradas por la mitad; por lo tanto resultaba bastante fácil unir dos mitades y hacer coincidir la palabra "General". Conforme las íbamos recogiendo, las pegábamos. Cada domingo cambiaban de color. Yo las recogía cada vez. De esta forma llegamos a tener de todos los colores, verdes, rojas, azules o amarillas. Para el próximo partido que se celebraba en Yecla llevábamos de todos los colores. Lo primero que hacíamos era ver de qué color era la entrada ese día, y, aprovechando el momento en que más personas entraban, lo hacíamos nosotros. Una entrada costaba ocho o diez pesetas, dependiendo del equipo que jugaba ese día en Yecla.


También entraba gratis, de vez en cuando, al cine. Veía al menos una de las dos películas que proyectaban cada domingo. ¿Que cómo lo hacía? Muy sencillo, cuando terminaba una película hacían un descanso de unos quince minutos. Bastantes personas salían a la calle a comprar frutos secos que vendían en unos puestos que había por allí. Muchas veces no daban ningún tiket para volver a entrar. Yo estaba pendiente de este detalle y, si no habían dado nada, me decía "ahora es el momento". Sin pensármelo me acercaba a la puerta y pasaba como pedro por su casa. Hasta que en una ocasión fuí a entrar y el portero me preguntó que a dónde iba. Le respondí que a mi sitio. Me preguntó nuevamente qué fila llevaba. Yo, sin dudar un solo momento, le dije que a la fila dieciséis, al asiento número ocho. Estoy seguro de que no me creyó, pero, como le respondí tan pronto y tajante, me miró y me dijo: "¡anda, pasa y no salgas más sin decírmelo¡".

¡La de cosas que hay que invertarse para ver algo sin pagar!.

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LLegado a la jubilación, diviso mi vida como desde una atalaya: alegrías, miserias, trabajos, familia, amistades... Es como una película, la película de mi vida. Yo he tratado de presentar algunas cosillas en este sencillo blog. Es además, en cierta medida, el reflejo de lo que ha sido la vida de nuestra generación: carencias, sudor, lágrimas, y, también, algunos momentos agradables.

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