miércoles, 24 de junio de 2009

LLEGABA EL FRIO Y LA NIEVE

Invierno. En Yecla hacía mucho frío. En mi familia, la mayor parte de los días y siempre que podíamos, nos quedábamos en la cama todo el tiempo posible para así ahorrarnos comida y leña. Siempre nos acostábamos juntos al menos dos personas y, más de una vez, hasta tres, porque, de esta manera, estábamos más calentitos.
Cuántas veces, si era lunes y no oíamos por la calle el ruido de los carros y de las personas cuando iban a trabajar, decíamos: ¡ya tenemos aquí la nieve!, y, efectivamente, cuando nos levantábamos había más de un palmo de nieve. La mayoría de los vecinos se dedicaban a hacer sendas con la ayuda de una pala para poder desplazarse de un sitio a otro.
Los chiquillos nos lo pasábamos estupendamente haciendo bolas de nieve. Lo peor venía cuando la nieve se helaba y duraba una semana o más.
En ocasiones estas nieves coincidían con la recolección de la oliva y había que suspender los trabajos en el campo. Cuando se deshacía la nieve, todo volvía a la normalidad.
Un año, mi madre y yo salimos a espigar olivas por los olivares más cercanos al pueblo. Nos levantábamos muy temprano, preparábamos un trozo de pan, una botella de agua, un trozo de caballa salada, un trozo de bacalao o unas sardinas, de postre unas naranjas, y, ¡aquí paz y allá gloria! Nos desplazábamos a un par de kilómetros del pueblo. Al final del día, si habíamos recogido cuatro o seis kilos, los llevábamos a la almazara a cambiarlos por aceite. Por cada cuatro kilos de olivas nos daban un litro de aceite. Nosotros recogíamos hasta las olivas más secas que había, las poníamos en remojo tres o cuatro días hasta que se hinchaban. De esta manera cogían más peso y obteníamos más aceite.
Al mismo tiempo que rebuscábamos olivas también recogíamos toda clase de leña que encontrábamos, porque no teníamos ni leña para calentarnos.
Por este y otros motivos estábamos desando que llegara el verano para pasar sólo hambre, porque en invierno pasábamos hambre y frío.

1 comentario:

Blond dijo...

Me ha producido una gran alegría haberte encontrado entre las páginas de este mundo virtual que es internet. Desde el aprecio, el cariño y pese a la distancia -sabes que soy poco cumplidor- os sigo queriendo y recordando. No dejes de escribir, nos recuerdas lo que fuimos para entender mejor los que somos.
Un abrazo de tu sobrino -el hijo de tu hermana Fina- Juan Rubio.

LLegado a la jubilación, diviso mi vida como desde una atalaya: alegrías, miserias, trabajos, familia, amistades... Es como una película, la película de mi vida. Yo he tratado de presentar algunas cosillas en este sencillo blog. Es además, en cierta medida, el reflejo de lo que ha sido la vida de nuestra generación: carencias, sudor, lágrimas, y, también, algunos momentos agradables.

Datos personales

MIS BLOGS FAVORITOS