lunes, 29 de junio de 2009

El BURRO DE LOS PALOS

Lo que voy a contar ahora poco tiene que ver con el pastoreo. Recuerdo que fuí a pasar el fin de semana a Yecla porque me tocaba descansar; como he dicho anteriormente, lo hacía cada dos semanas. Había pocas cosas para pasar el rato, el cine y poco más. En Yecla había unos centros que pertenecían a Acción Católica. Allí había mesas para jugar al parchís, al ajedrez, a las damas y a algún otro juego más. Por aquellas fechas mi hermana tenía novio. Un domingo, cuando se retiraba a casa, vió que yo estaba allí jugando con otros amigos. En aquel momento no me dijo nada, pero, cuando llegué a casa y el novio se había marchado, lo primero que hizo fue pegarme un par de bofetadas estando mi madre delante. Mi madre le pidió explicaciones. Ella dijo que parecía mentira que, habiendo estado el padre tanto tiempo en la cárcel, a mí se me ocurriera meterme a esa clase de centros.

Pero la vida da muchas vueltas. Quién me iba a decir a mí que, con el paso del tiempo, ella se iba casi a convetir en una adicta a la iglesia, y que uno de sus hijos iba a acudir muchos domingos a un centro de sacerdotes a divertirse .

En cuanto tuve ocasión le dije: "Hermana mía, parece mentira que tú mandes a tu hijo a un centro de sacerdotes, habiendo pasado lo que pasó con nuestro padre". Ella me contestó que los tiempos estaban cambiando. Yo me quedé satisfecho de mi actuación.

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LLegado a la jubilación, diviso mi vida como desde una atalaya: alegrías, miserias, trabajos, familia, amistades... Es como una película, la película de mi vida. Yo he tratado de presentar algunas cosillas en este sencillo blog. Es además, en cierta medida, el reflejo de lo que ha sido la vida de nuestra generación: carencias, sudor, lágrimas, y, también, algunos momentos agradables.

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