Volviendo un poco en el tiempo, cuando tenía 10 u 11 años, recuerdo que era Domingo y, además, invierno. Le pedí a mi madre que me diese dinero para irme al cine, que por aquellos tiempos echaban dos películas en cada sesión, una a las 7 de la tarde y otra a las 10 de la noche.
Cuando le pedí a mi madre el dinero me dijo que no había, que me esperase un momento que iba a traer unos boniatos del horno, que cogiera uno y me fuese al parque a pasearme. Y, efectívamente eso fué lo que hice. Como faltaba poco tiempo para que empezase en el cine la sesión de las siete, se me ocurrió acercarme a la puerta de entrada a la general. Cuando abrieron las puertas había una cola de gente bastante considerable, pero, una vez que todas aquellas personas entraron, sólo quedó el portero. Yo me acerqué a la puerta y le dije al portero: "Oiga, por favor, déjeme entrar gratis que no llevo dinero". La respuesta fué tajante: "Nene, no me molestes y vete de aquí". Yo me retiré un poco para atrás. Al rato volví a insistirle y me dió la misma respuesta; pero yo llevaba debajo del jersey el boniato que mi madre había traído del horno, y me dije: "Ahora es la mía", me saqué el boniato y empezé a dar bocados delante del portero. Yo observé que él miró al boniato. De pronto me dice: "¡nene! dame medio boniato y entra lo más rápido posible". Este señor era muy flaco y tenía cara de hambre como muchas personas en aquellos tiempos.
Cuando le pedí a mi madre el dinero me dijo que no había, que me esperase un momento que iba a traer unos boniatos del horno, que cogiera uno y me fuese al parque a pasearme. Y, efectívamente eso fué lo que hice. Como faltaba poco tiempo para que empezase en el cine la sesión de las siete, se me ocurrió acercarme a la puerta de entrada a la general. Cuando abrieron las puertas había una cola de gente bastante considerable, pero, una vez que todas aquellas personas entraron, sólo quedó el portero. Yo me acerqué a la puerta y le dije al portero: "Oiga, por favor, déjeme entrar gratis que no llevo dinero". La respuesta fué tajante: "Nene, no me molestes y vete de aquí". Yo me retiré un poco para atrás. Al rato volví a insistirle y me dió la misma respuesta; pero yo llevaba debajo del jersey el boniato que mi madre había traído del horno, y me dije: "Ahora es la mía", me saqué el boniato y empezé a dar bocados delante del portero. Yo observé que él miró al boniato. De pronto me dice: "¡nene! dame medio boniato y entra lo más rápido posible". Este señor era muy flaco y tenía cara de hambre como muchas personas en aquellos tiempos.
1 comentario:
Estimado Juan:
Acabo de descubrir tu blog y ya me he leído varias entradas. Me parece muy interesante. Voy a enlazarlo con mi blog para que los que leen el mío tengan acceso al tuyo. Y seguiremos hablando... Tus anécdotas e historias me parecen realmente interesantes.
Un saludo!
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