Nosotros teníamos una pesa de 2 kilos a la que se le había caido el plomo que lleva en la parte de abajo, pero le pusimos unos alambres que compensaban la falta de plomo, y, además, estaba comprobada con otras y era correcta. Cuando este guardia nos pasó revisión, se empeñó en que la pesa no valía. Mi madre le demostró que estaba igual de exacta que las demás, pero el guardia dijo que tenía que multarla. Mi madre le contestó que no había derecho a que la multase.
Por contestarle de esta manera, se la llevó detenida a la comisaría, y allí la tuvieron más de una hora. Viendo yo que no venía, me dió por llorar; y no recuerdo bien quién fué a la comisaría para interceder por mi madre. Como fruto de esta intervención, la dejaron en libertad. Cuando esto ocurrió tendría yo unos diez u once años.
Había que aguantar porque era la única forma de que mi madre nos diera de comer.
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