jueves, 8 de octubre de 2009

VAMOS PROSPERANDO

En el año 1.982 y después de haber disfrutado las vacaciones en Villena al igual que en años anteriores, la familia se volvió a Santomera, obligada por el inicio del nuevo curso escolar, ya que nuestras hijas estaban en edad de ello.

Como mi trabajo y mi sueldo estaban seguros, mi mujer y yo decidimos comprar un nuevo televisor y retirar el que tantos años habíamos visto en blanco y negro. Este nuevo aparato era ya en color. Nos costó ciento diez mil pesetas de las de antes. Ese mismo año nos compramos también un coche nuevo renault cinco. El precio, quinientas veinticinco mil pesetas a pagar en seis meses. Estoy orgulloso de haber podido estrenar tres cosas importantes para mí: de soltero, piso, mujer y, de casado, coche. Todo ello a fuerza de trabajo y más trabajo. He tenido la suerte de casarme con una mujer que ha sabido siempre valorar lo que cuesta ganar el dinero. No obstante, cuando podemos y dentro de las posibilidades de nuestra economía, nos permitimos algunos lujos, como pueden ser salir a comer o cenar en fechas señaladas.

Valoramos también la suerte que hemos tenido con nuestras dos hijas, que han sido y son buenas. Jamás nos han llamado la atención de mal comportamiento por parte de ellas, ni por una mala contestación a personas mayores. Mi mujer y yo hemos procurado siempre evitar en casa palabras malsonantes u obscenas.

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LLegado a la jubilación, diviso mi vida como desde una atalaya: alegrías, miserias, trabajos, familia, amistades... Es como una película, la película de mi vida. Yo he tratado de presentar algunas cosillas en este sencillo blog. Es además, en cierta medida, el reflejo de lo que ha sido la vida de nuestra generación: carencias, sudor, lágrimas, y, también, algunos momentos agradables.

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