lunes, 26 de octubre de 2009

NUESTRA HIJA MENOR TAMBIEN QUIERE ESTUDIAR



Nuestra hija Pilar, cuando tuvo la edad para ir al colegio, lo hizo al mismo que su hermana, al Virgen del Rosario de Santomera. Todos los días se marchaban las dos juntas. La mayor tenía ya diez años y la menor, cinco. Cuando Pilar terminó la Primaria nos dijo a su madre y a mí que le gustaría seguir los estudios.

El siguiente paso fue ir al Instituto Julián Andugar de Santomera. Cuando terminó la enseñanza secundaria volvió a decirnos que quería continuar estudiando y que le gustaba la carrera de Estadística; pero había un problema, que en Murcia no existía esa especialidad, sí la había en Alicante. Tuvimos, una vez más, la suerte de cara, ya que mis cuñados Ana y Pepe vivían todavía en Villafranqueza. Ellos mismos nos propusieron que la chiquilla se quedase en su casa. A ellos les venía de perlas el poder disfrutar de su sobrina Pilar, ya que, como he comentado anteriormente, no tenían hijos. A mis cuñados se les llenaba la boca al decir "mi sobrina está estudiando en la Universidad".

Nos encontrábamos en el año 1.993. Por esas fechas comenzó la construcción de la Universidad Miguel Hernández en Elche. Cuando Pilar llevaba dos años en la Universidad de Alicante, la de Elche estaba ya acabada. Había que ponerla en funcionamiento para descargar en ella una parte de la de Alicante, que en aquellos momentos contaba con unos 30. 000 alumnos, de los cuales solamente 300 estudiaban Estadística. Así que, de alguna manera, se acabó el estar tan bien en casa de sus tíos. Durante el tiempo en que Pilar estuvo en Alicante íbamos con bastante frecuencia a pasar los fines de semana. Nos acogían siempre con sumo gusto. De hecho, durante veintinueve años seguidos hemos pasado allí, en familia, las fiestas navideñas. En ocasiones, los de Yecla se unían a nosotros con sus hijos y nietos. Cuando era así, poníamos la mesa grande del comedor, que no se quitaba hasta que cada grupo familiar volvía a su casa. ¡Qué bien lo pasábamos todos juntos¡..., !cuánta alegría¡ y ¡cuánta añoranza!...

Cuando Pilar pasó a la Universidad de Elche, iba en el tren de cercanías que va de Murcia a Alicante. Este tren pasaba y sigue pasando por la estación del pueblo de Beniel, que dista de Santomera unos cuatro kilómetros. Durante más de tres años estuve yo madrugando para llevar a Pilar a la estación de Beniel, para subir al tren que pasaba a las siete y diez de la mañana. Volvía a recogerla a las ocho y veinte de la tarde. Yo empezaba a trabajar a las siete de la mañana, así que, para llegar a tiempo, nos levantábamos a las seis. Cuando ella tenía exámenes la llevaba directamente a la Universidad y, más de una vez, dependiendo de la hora en que terminaba, volvía a recogerla. Así hasta que terminó su diplomatura en Estadística.

Pilar llegó hasta donde pudo sin escatimar esfuerzos para estudiar. Lo malo es que, al igual que en muchas carreras, hay más ratas que agujeros y es dificil encontrar trabajo por muchas oposiciones a que te presentes. La solución que ha elegido nuestra hija es la de darse de alta en la Seguridad Social e impartir clases particulares en casa: Primaria, Eso, Secundaria, Universidad, Matemáticas, Estadistica, Acceso de mayores de 25 años a la Universidad, Oposiciones (parte de matemáticas). Y así hasta que algún día suene la flauta y pueda colocarse. Mientras llega, continuará con lo que está haciendo.

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LLegado a la jubilación, diviso mi vida como desde una atalaya: alegrías, miserias, trabajos, familia, amistades... Es como una película, la película de mi vida. Yo he tratado de presentar algunas cosillas en este sencillo blog. Es además, en cierta medida, el reflejo de lo que ha sido la vida de nuestra generación: carencias, sudor, lágrimas, y, también, algunos momentos agradables.

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