martes, 13 de octubre de 2009

COMUNION DE NUESTRA HIJA MENOR

Nuestra hija menor no iba a ser menos. Al igual que Juana Mari, la mayor, María Pilar empezó a prepararse en la catequesis de Santomera cuando tenía diez años, para, posteriormente, comulgar en Villena, en la misma parroquia y con el mismo párroco que también la había bautizado.

En esta ocasión mi mujer y yo nos vimos obligados a confesarnos y comulgar con nuestra hija, para no dar que hablar a más de cuatro. Son obligaciones sociales por las que hay que pasar en ocasiones aunque no conjuguen bien con la forma de pensar de cada uno. Pero no pasa nada; las cosas, cuando hay que hacerlas, se hacen; y aquí paz y allá gloria. Mi mujer y yo hicimos la confesión sentados en uno de los bancos que hay en la iglesia y de la manera más sencilla que se puede uno imaginar. En menos de cinco minutos terminamos, y todos tan contentos.

Los invitados fueron, más o menos, los de la vez anterior. La comida también resultó muy bien. En esta ocasión se celebró en el restaurante Casa Sebastián. Precio del menú, mil quinientas pesetas por comensal. El día lo pasamos muy agradablemente rodeados de familiares y amigos.

Por si faltaba algo, ese día hubo un partido de fútbol internacional del campeonato de Europa de selecciones. Al día siguiente a la comunión y después de pagar los gastos de la misma nos vinimos a Santomera para empezar a trabajar y esperar a que llegasen las vacaciones de verano.

Y hasta aquí lo que fue la comunión de nuestra hija menor, María del Pilar, celebrada el día 24 de Junio de 1984.

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LLegado a la jubilación, diviso mi vida como desde una atalaya: alegrías, miserias, trabajos, familia, amistades... Es como una película, la película de mi vida. Yo he tratado de presentar algunas cosillas en este sencillo blog. Es además, en cierta medida, el reflejo de lo que ha sido la vida de nuestra generación: carencias, sudor, lágrimas, y, también, algunos momentos agradables.

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