miércoles, 14 de octubre de 2009

FALLECE MI HERMANO MAYOR


A la edad de sesenta y dos años mi hermano Pedro se encontraba en buenas condiciones físicas y trabajaba todos los días en su empresa, que, económicamente, iba bien. Pero tuvo la desgracia de sufrir una trombosis que le afectó a las extremidades inferior y superior del lado izquierdo. A consecuencia de ello fue ingresado en el Hospital de la Fe de Valencia, en donde permaneció bastante tiempo, hasta que logró recuperar casi el cien por cien de la movilidad de sus extremidades. Cuando le ocurrió esto dejó de trabajar, aunque la actividad de su empresa prosiguió.
A medida que el tiempo pasaba iba recuperando fuerzas y reanudando algo de su trabajo. Se jubiló a los sesenta y cinco años. Esta nueva etapa de su vida la asumió con mucha ilusión y con ganas de disfrutar de su chalet y del trozo de tierra que allí tenía. En este terreno había plantado algunos árboles: perales, almendros, ciruelos, naranjos, olivos... Cultivaba también toda clase de hortalizas. Con todas estas obligaciones que él se había impuesto voluntariamente se lo pasaba en grande.
Pero no le duró mucho tiempo el disfrutar de lo que había conseguido con tanto trabajo. En el mes de julio del año 1.992, cuando se encontraba con su familia en una playa de Gandía, se le presentó repentinamente una indisposición intestinal que obligó a los familiares a abandonar el lugar y marcharse a Onteniente, donde vivían. Era el veintisiete de julio. Acudieron de inmediato al médico de familia, que ordenó pruebas de urgencia para poder diagnosticar la enfermedad. Estas pruebas dieron un resultado que no pudo ser peor. Apareció la maldita palabra ¡CANCER DE COLON!... La enfermedad avanzaba a pasos agigantados. Mi hermano estaba peor cada día. Paquita y yo íbamos a verle a Onteniente siempre que podíamos. Estaba en su casa llevando la enfermedad lo mejor que podía, a sabiendas de lo que le esperaba.
¡Hay que ver lo triste que es para una persona y para la familia saber de antemano que no hay solución!. Nosotros, mi mujer y mis hijas, estábamos de vacaciones en Villena para disfrutar de las fiestas de Moros y Cristianos. Tuvimos que poner fin a dichas vacaciones debido a la enfermedad de mi hermano Pedro. Dejó de vivir y de padecer el día ocho de septiembre de este año 1.992.
Según me contó mi cuñada, murió con pleno conocimiento y padeciendo lo indecible. El día nueve, es decir al día siguiente, le dimos sepultura en el cementerio de Onteniente junto a su hijo Juan José, que había fallecido en el año 1.979 en acidente laboral. Quien llevó todo el peso de la enfermedad de mi hermano fue su mujer, que apenas tuvo descanso en el tiempo que estuvo enfermo. Mi hermano falleció a los sesenta y ocho años, cuando de verdad había empezado a disfrutar un poco de la vida. Anteriormente no lo pudo hacer.

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LLegado a la jubilación, diviso mi vida como desde una atalaya: alegrías, miserias, trabajos, familia, amistades... Es como una película, la película de mi vida. Yo he tratado de presentar algunas cosillas en este sencillo blog. Es además, en cierta medida, el reflejo de lo que ha sido la vida de nuestra generación: carencias, sudor, lágrimas, y, también, algunos momentos agradables.

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