A los treinta y dos días de fallecer mi hermano, a su mujer le dio una trombosis cerebral, causándole la muerte instantánea. Ese día mi hermana Fina y mi cuñado Pascual se encontraban en Santomera con nosotros para pasar el fin de semana. Recuerdo que, sobre las dos de la tarde y estando a punto de comer, sonó el teléfono. Era mi sobrino Pedro, hijo mayor de mi hermana Fina, para darnos la mala noticia. Casi sin comer, quitamos la mesa y nos desplazamos directamente a Villena para hablar con mi sobrino, que nos estaba esperando. En cuanto nos fue posible nos marchamos a Onteniente a hacer frente a la situación. Pueden imaginar el drama que allí había viendo a los dos hijos y sus mujeres. Parece ser, según les contó el médico a mis sobrinos, que el motivo de la trombosis que sufrió mi cuñada tuvo su origen en lo que tuvo que soportar durante la enfermedad de mi hermano Pedro.
Como hacía tan poco tiempo que mi hermano había fallecido, no pudo ser enterrada en la misma tumba. Fue depositada en el nicho que había en la parte alta. A nadie deseamos lo que ocurrió en esta familia en tan poco espacio de tiempo. La vida es a veces así de cruel y no queda más remedio que hacerle frente y llegar hasta donde se pueda.
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