Pero yo tenía cuarenta años y no había tocado jamás un coche. No es lo mismo que cuando eres joven. Una tarde fuí a Orihuela y me apunté en la autoescuela. Al día siguiente empecé a estudiarme el código de circulación, que por aquellos tiempos constaba de setecientas veinticuatro preguntas, incluyendo las señales de tráfico. En la parte teórica no tuve ningún problema. Cuando fuí a examinarme del teórico me sobraron veintitrés minutos de los treinta que daban. Conseguí el aprobado. Lo peor estaba por llegar. El exámen de práctica lo tuve que repetir cuatro veces. ¿Motivo?, lo que he comentado antes, el no haber tocado nunca un coche y que no me gustaba.
Al día siguiente de conseguir el carnet tuve que ir a una obra que había en el pueblo de Mula. Sólo yo sé lo que pasé al tener que cruzar toda Murcia con un coche seat seiscientos que la empresa tenía para el servicio de la misma. Poco a poco fuí cogiendo el tranquillo al coche y a las carreteras. Yo tenía permiso para hacer uso de este coche cuando me apeteciera e irme a donde quisiera. A la empresa le convenía esto por la publicidad que le proporcionaba. El coche era totalmente rojo y llevaba el anagrama de Forte en letras blancas. Le hice un montón de kilómetros visitando obras y desplazándonos a donde nos apetecía los fines de semana. Más de una vez me dejó tirado en la cerretera debido a que, como estaba para el servicio de fábrica, pasaba por muchas manos. Ahora que limpiarlo..., los únicos, mi mujer y yo.
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