sábado, 15 de agosto de 2009

¡NACE NUESTRA PRIMERA HIJA!


Seis de la tarde del día veintinueve de enero del año 1970.Mi mujer empieza a tener molestias. Se lo comunicamos al médico que la había tenido en tratamiento. Este le dice que, con los papeles que le había entregado, vaya a la Residencia para ingresar. Sobre las ocho de la noche, se van mi mujer, su hermana Ana y mi cuñado Pepe a la Residencia a ingresar a mi mujer. Una vez hecho el ingreso, acude el médico y está toda la noche pendiente de si puede o no dar a luz por sus propios medios.


Cuando me avisaron a mí, no había ya posibilidad de coger ningún medio de transporte para Alicante. A la mañana siguiente, mi madre y yo tomamos el primer tren que había para Alicante. Un taxi nos llevó hasta la Residencia. Se habían hecho ya las once de la mañana. Viendo el médico que no había sido posible dar a luz en toda la noche, a las siete de la mañana la llevan al quirófano para hacerle una cesárea y traer al mundo a nuestra primera hija. No hubo más problema. Nació con un peso de 3.200 gramos. Cuando mi madre y yo llegamos, estaba ya casi todo hecho. Paquita se encontraba todavía bajo los efectos de la anestesia.


Lo primero que hice fue dar un beso a mi mujer. Ella me dijo: “Juan, ¡ya tenemos una hija!, está en el nido o cuna, puedes ir a verla”. El lunes, dos de febrero, fui a los juzgados de Alicante para inscribirla en el Registro Civil. A los seis o siete días le dieron el alta a mi mujer. Nos fuimos a casa de su hermana Ana para que Paquita se repusiera allí lo antes posible. Estuvo en Villafranqueza casi un mes.


Ella se encontraba como una reina. Mis cuñados, a falta de hijos, estaban la mar de contentos con su sobrina. Hasta los perros que había allí mostraban su contento con la nueva huésped, sobre todo una perrita a la que llamaban Linda, que se encargaba de hacer de guardia. Cuando alguna vecina iba a ver a la chiquilla, Linda no la dejaba acercarse a la cama donde estaba acostada la niña, como diciendo ¡aquí no se acerca nadie! Debían intervenir mi mujer o mi cuñada.

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LLegado a la jubilación, diviso mi vida como desde una atalaya: alegrías, miserias, trabajos, familia, amistades... Es como una película, la película de mi vida. Yo he tratado de presentar algunas cosillas en este sencillo blog. Es además, en cierta medida, el reflejo de lo que ha sido la vida de nuestra generación: carencias, sudor, lágrimas, y, también, algunos momentos agradables.

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